Por alguna razón, la higiene dental en casa tiende a caer en la baúl de la pereza. Muchos de nosotros instalamos en nuestra mente la idea de que en las veinticuatro horas del día es suficiente con emplear el cepillo un par de minutos alternos.
Lo cierto es que la higiene dental inteligente no debe ceñirse al cepillo, y mucho menos si lo tratas como cuando te rascas la espalda. Este tipo de costumbres desembocan luego en sorpresas cuando visitamos al dentista: «¡Pero doctora, ¿cómo puedo tener este problema? ¡si yo me cuido!» –es uno de los comentarios más habituales que tenemos en consulta.
Antes de aconsejar qué hacer correctamente, es necesario desactivar ese pensamiento de suficiencia –insuficiente, ya lo sabes– de que con dos cepillados rápidos está todo más que correcto. Una vez superada la resistencia a pensar así, tendremos la mente preparada para reaprender desde cero y cuidarnos mejor.
Y es que lo que te proponemos es muy sencillo. Seguirás empleando menos del 0,7% del tiempo del día en tu salud bucodental pero lo harás infinitamente mejor. Tus dos cepillados, –de no menos ahora de 3 minutos, y preferentemente con cepillo eléctrico–, deben acompañarse de un enjuague apropiado y de alguna medida de limpieza interdental, como la seda dental o los cepillos interproximales. La suma no resultará ni diez minutos al día, los beneficios se multiplicarán y puedes ahorrarte mucho dinero.
En ocasiones, el salto a lo excelente está a un pequeño gesto de diferencia. Si aplicas esta filosofía en otros aspectos de tu vida comprobarás grandes resultados en lo que te propongas. Re-analiza tus procesos de cuidado personal, de estudio, de todo lo que creas importante, y encontrarás distancias muy pequeñas entre lo bueno y lo mejor.
Esperamos que esta entrada te sirva. Regálate un cepillo eléctrico si aún no lo tienes, un buen colutorio de uso diario y… poco más. No vas a aprovechar más el día que antes 😉 ¡Está todo en nuestra mente!